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Melilla y Fez: un “auténtico” pintxo bilbaíno

Pincho moruno del Melilla y Fez // Alma Botxera

Con el pintxo nos la colaron. Te alejas un poco de Bilbao, te pides una cerveza y te sacan gratis un menú del día completo. Con su postre y café. Aquí, en cambio, si te aprieta el hambre prepara la cartera. Que hasta las gildas se están poniendo por las nubes.

Nos lo venden diciendo que irse de pintxos es nuestra cultura. Y puede que lo sea, que los bilbaínos siempre hemos tenido fama de derrochadores. Pero que nos expliquen en qué momento y quién fue el que decidió que la «tapa» se pagaba. Aquella decisión nos jodió a todos los que alucinamos cuando visitamos ciudades castellanas y nos sacan un puchero de garbanzos gratis con cada zurito.

Y por eso para mí el mejor pintxo de la ciudad es el pincho moruno. Por fastidiar. Porque sitios como el Melilla y Fez no se han dejado llevar por los focos y el glamour de la Nueva Cocina Vasca y siguen haciendo lo mismo de siempre a un precio razonable: unos cachos de cordero pinchados en un palo a la brasa.

El Melilla y Fez, en las páginas de «No me seas sinsorgo» // Alma Botxera

Hace más de 50 años que la familia Bekhir llegó a Bilbao desde Melilla. Hamed, que tenía solo 15 años, empezó a preparar los pinchos tan típicos de su tierra en el desaparecido bar Goitibera de la calle Iturribide. Allí consiguió vencer el legendario rechazo de los vascos a probar cosas nuevas. Años después, se trasladó a Iturribide 7 para ponerse al frente del Melilla y Fez.

La brocheta se ha expandido por la ciudad. Si no quieres abandonar el reluciente Casco Viejo para adentrarte por la oscura y misteriosa Iturribide, siempre podrás acercarte al Pintxito de Pozas. Quizá incluso te encuentres al propio Hamed en las brasas con su pequeño ventilador avivando el fuego.

¿Cuál es el secreto de tus pinchos?, le pregunto…

Portada de "No me seas sinsorgo" // El Gallo de Oro

Extracto de «No me seas sinsorgo», editado por El Gallo de Oro y disponible aquí.

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