¿Sabéis lo que es el Hype? Consiste en una excesiva publicidad con el objetivo de crear en el individuo una idea sobre el producto sin importar la calidad del mismo. En marketing es una estrategia para enfatizar una idea o producto hasta el punto en que los individuos sientan la necesidad de consumirlo.
Precisamente esto es lo que ha ocurrido en los últimos días en Bilbao. Las redes sociales anunciaban la apertura del Happy River y poco más que el cartel podía adivinarse del nuevo restaurante que abría en el muelle de La Merced. Una cuidada decoración (más de 250 plantas) y su gran terraza fueron suficiente reclamo para que muchos nos viniésemos arriba y, sin haberlo probado tan siquiera, sintiéramos la necesidad irrefrenable de visitarlo. Pocas aperturas han provocado tanta ilusión como ésta.
Abrieron sus puertas un jueves y éstas no dejaron de recibir clientes y clientes sin dar a basto, al menos durante los primeros días. Aquel mismo sábado, tres días más tarde de su apertura, tuve ocasión de cenar en Happy River. Al no reservar mesas toca esperar a que te asignen una. Éramos seis amigos y tuvimos que esperar poco más de un cuarto de hora, pero quienes iban en pareja o menor número no tenían tanta espera. Así que paciencia y no os tiréis del barco a la primera.
Juan Marchante, uno de los socios junto a sus hermanos, nos explicó el concepto del restaurante según nos sentamos en la mesa. Una vistosa terraza, amplio comedor interior y tres barras: 1) Tapas: picoteo, ensaladas, hamburguesas y postres. 2) Ondori Izakaya: comida japonesa a cargo de Jurgi Arejita, anteriormente en el sushi bar del hotel Igeretxe. 3) Mind Shakers: coctelería y cubateo con clase y mucho style.
En un principio nos sentimos desorientados y sin una idea clara de qué pedir. Finalmente nos decidimos por algo de picoteo para entrar de lleno en la comida japonesa. Bilbao, Manila, Dusseldorf, Delhi y Dorchester podrían ser próximos destinos viajeros, pero aquí son variedades de esa cerveza que donde va triunfa (sic). Éstas incluso las ofrecen en servicio «take away» en una botella interesante. No son artesanas, pero al menos hay variedad.
El picoteo no sería el protagonista de esta cena, las patatas bravas estuvieron correctas y tampoco esperábamos mucho más que eso. Apreciamos que los nachos no fuesen de bolsa y los hicieran ellos mismos, aunque echamos de menos una ración más grande para su precio (7,5 €). La salsa guacamole resultó riquísima y nos dio pena que sobrase más de la mitad del cuenco para cuando se acabaron los nachos.
Desde mi punto de vista la comida japonesa de Ondori Izakaya es el punto fuerte de Happy River. Todo lo que pedimos estuvo espectacular y la satisfacción general. Todo preparado en el momento, rico y con mucho sabor. Sobresalió el Dim-Sum de Rabo con parmentier de boniato, también las gyozas de pollo por esa salsita naranja que le acompañaba. El resto fueron Kobe Roll (de solomillo y tempurizado con sweet chili), Spicy Alakrana Roll (de atún ligeramente picante y con topping de nabo daikon) y el prometedor Osaka Roll (Txangurro con topping de vieira y un toque mostaza que quizás se haga demasiado protagonista). Que tardasen más de la cuenta entre algunos platos no lo vimos como inconveniente teniendo en cuenta que se hacen en el momento. Preocupados por ello quisieron compensarnos y que nos entretuviéramos con su tartar de atún con aguacate y alga hijikio daikon. Nos gustó tanto que a la próxima lo pediremos. Apuntad bien al Ondori Izakaya porque empiezo a pensar que incluso puede hacerle pupita al Wasabi, referencia de comida japo tras el KUMA.
La siguiente fase se la dedicamos a los cócteles de los Mind Shakers. Tras estar presentes en eventos y saraos, estos jóvenes acaban de abrir La Mula de Moscú en Alameda Recalde y también forman parte de este proyecto. Seguí la recomendación de probar el cóctel Happy Fizz (Gin Master’s, limón, sirope de especias y maracuya) y aunque la fruta de la pasión siempre es bienvenida acabé lamentando no haber pedido un destornillador como mis otros amigos. Copas bien servidas y a precios razonables (7 y 8 €).
La experiencia en Happy River ha sido increíblemente buena para llevar tan solo tres días abiertos. Mucho personal y muy sonriente, con ganas de agradar, de gustar y de explicar todos los detalles de su aventura. Tan a gusto estuvimos que no soltamos la mesa en tres horas largas. En nuestra próxima visita intentaremos pillar mesa en esa cálida terraza (con calefacción incluso), rodeados de cojines, asientos colgantes y todo el color que el estudio de decoración Rosita ha querido insuflarle.
La cuenta nos pareció muy correcta, los precios están en la media y no se disparan. Salimos a unos 23 euros por barba habiéndonos atiborrado a sushi, tapas y cervezas. Las copas no las incluyo en esa cuenta.
Pegado al muelle de Marzana, una zona ya consolidada, el futuro de Happy River se adivina prometedor. Dispone de un local en el que se ha invertido mucha mucha pasta, dispone del emplazamiento, la idea y, por ahora, dos atractivos gastronómicos. Tan solo es cuestión de mantener ese nivel que ha demostrado en estos primeros días y, sobre todo, la ilusión. Así sí que aquello seguirá siendo el Happy River.
HAPPY RIVER
Muelle de la Merced 4, Bilbao La Vieja – San Francisco.