En unas Navidades marcadas por la variante Ómicron y las nuevas restricciones derivadas de la pandemia, menos mal que nos quedan ilusiones en forma de regalo
Ya se acercan a su fin las Navidades 2021-2022, las segundas de esta serie pandémica (esperemos que breve) que, nuevamente, nos ha dejado sin cenas de empresa, grandes reuniones familiares, cotillones…
Un fin de año y un año nuevo que nos prometíamos muy felices no hace tanto, cuando se vislumbraba una «nueva normalidad» que era eso, normal, en el sentido de que podíamos ir y venir, salir y entrar, juntarnos y estar… como y cuando quisiéramos (vale, se iba a pedir el «pasaporte covid» para acceder a determinados lugares, pero ya casi ni nos acordamos…).
Llegó (de Sudáfrica, dicen) una nueva variante del «bicho», la Ómicron, y zas. Todo al traste. Mucho más contagiosa, fuimos pillándola (casi) todos: vacunados, no vacunados, mayores, menores, jóvenes, maduritos y hasta Antonio Resines (que esperamos que ya esté bien, por favor). Una verdadera escabechina que, menos mal, en la mayoría de casos parece que no llega a revestir demasiada gravedad y que nos aboca, estiman, a lo que se denomina «inmunidad de rebaño».
Vamos, que cuando lo pillemos todos, si no «vamos a salir mejores», al menos saldremos «más fuertes». Inmunológicamente hablando.
Así, muchos y muchas habéis tenido (hemos tenido) que pasar varias de las fechas señaladas en rojo en el calendario navideño lejos de los nuestros, en algunos casos, lejos de todo el mundo: atiborrándonos a turrones en la soledad del hogar, cumpliendo una cuarentena que, por lo menos, ha sido rebajada de 10 a 7 días.
En este contexto, básicamente, hay muchas personas para las que la Navidad este año no empezó en Nochebuena, sino en Año Nuevo… o ni eso. Tras el confinamiento, la celebración. Sin uvas… pero con roscón de Reyes.
Esta última semana he estado de compras. Y no solo para llenar la despensa de cosas ricas (quesos de La Manducateca y La Quesería, bolitas de bizcocho de Abasotas, panettone de Grossi, turrones de Iváñez, trufas de Arrese, mantecados de Felipe II, vinito Siete Calles, algún embutido de capricho de La Moderna… ¡esas cosas!), sino para renovar el armario y regalar/me ropa y calzado (que para los juguetes ya estamos mayores… ¿o no?).
Como contábamos justo antes de las Navidades, la importancia de apoyar al pequeño comercio local es vital, tal y como nos recuerda en estas fechas la campaña impulsada desde CECOBI, con la colaboración del Departamento de Turismo, Comercio y Consumo del Gobierno Vasco, y las asociaciones Bizkaia Textil y Moda, y la Asociación de Comerciantes de Calzado y Piel de Bizkaia. Así que hemos ido «de paseo» por algunos municipios de Bizkaia, para ampliar miras, coger ideas y comprar cosas chulas.
Pero sí, se nota que este año es un poco raro. O muy raro, vaya (hasta en lo climatológico, que hemos pasado de temperaturas casi veraniegas a, otra vez, la lluvia y el frío), como nos han comentado en algunas tiendas. «Incertidumbre», «miedo», «resignación» y hasta «cabreo» son algunos de los términos que utilizan nuestros dependientes. «Pero sí que se nota que es Navidad», a pesar de todo, así que «se está vendiendo bastante bien», coinciden todos. Menos mal.
Paseos por el Casco Viejo, Abando, Ensanche, Indautxu, Santutxu, Deusto (en Bilbao); la zona centro de Barakaldo (Fueros, Zaballa, Gernikako Arbola…); el entorno de la Plaza del Kasko, en Sestao (Gran Vía, Iberia, Conde de Valmaseda, San Pedro…); El Ojillo y alrededores, en Portugalete (Carlos VII, General Castaños, Abaro…); la zona de «Capi», en Santurtzi (Itsasalde, Juan XXIII), pero también la de La Txitxarra (Jenaro Oraá, Santa Eulalia…); Getxo (bien en los alredores de Las Mercedes y la Calle Mayor, en Las Arenas; bien en Avda. Basagoiti o Torrene, en Algorta); cuesta arriba y cuesta abajo en Basauri (Balendin de Berriotxoa, Agirre Lehendakaria, Nagusia…); ¡y porque nos quedamos sin margen esta vez para pasar por Erandio, Durango, Mungia, Gernika… bordear el Cantábrico y hacer lo propio en Ondarroa, Lekeitio, Bermeo… Pero bueno, tenemos el resto del año.
Al final, «ir de tiendas» es una buena excusa, no ya solo para ver, probar, comparar y adquirir, apoyando al comercio local, sino una manera de recorrer calles, barrios y pueblos que no pisamos tan a menudo. Si ya lo complementamos tomando algo en sus bares o comiendo en sus restaurantes, planazo.
Pero, como decía, tenemos todo 2022 por delante para ir comentando planes concretos en sitios precisos (prometido queda), pero ahora he de mantener en secreto algunas ubicaciones, por aquello de no delatarme (¡que fastidiamos la sorpresa de los regalos!). Eso sí, yo adelanto que me he autoagasajado con unas botas de invierno, un par de jerseys, unos vaqueros, un pijama calentito (ama, espero no haberte pisado la idea), calcetines de colorines y un impermeable molón. Que el sol de invierno ya fue.
Si se te han truncado las compras navideñas por toda esta situación, no te preocupes. Ahora comienzan las rebajas y los comercios de Bizkaia estarán ahí para seguir acompañándonos.
¡QUE OS TRAIGAN MUCHAS COSAS LOS REYES!