Recordamos al popular sintecho, única víctima mortal de las inundaciones de 1983 en el Casco Viejo, ahora que ha vuelto a su querida Barrenkale de la mano de un mural y como cabezudo gracias a Bilboko Konpartsak
¿Os acordáis cuando llovía en Bilbao? Las personas de cierta edad siempre cuentan que antes se ponía a llover en octubre y no paraba hasta verano. Hoy en día hablamos más del Bilbao tropical que del sirimiri. Y, ¿para qué contamos todo esto? Pues para volver a sacar el tema de las inundaciones de Bilbao de 1983.
Pero, aunque este es un artículo sobre el botxo, vamos a hablar de Madrid. O, para ser más exactos: de Madriles. Este simpático sintecho de las Siete Calles nació en la capital del reino, de ahí el apodo, y se mudó a nuestra querida ciudad antes de la Guerra. Su casa eran los arcos frente al Mercado de la Ribera. Muchas penurias, noches de frío y hambre, pero él siempre las sobrellevaba con buen humor y varios txikitos.
Pasaba los días recogiendo cartón y vendiéndolo al kilo en la calle Encarnación. Y, con lo que sacaba, se compraba un chorizo y pan. Si le sobraba algo, un café con leche. Hasta que un día le robaron la carretilla. Pero como Madriles era tan querido, los parroquianos de los bares del Casco Viejo pusieron bote y le compraron una nueva.
Durante una época, alquiló una cama en la calle Dos de Mayo, pero se hartó de que la dueña comiera chuletas a su costa y que él solo pudiera pagarse el café con leche. «Nunca más», se dijo, y volvió a su txokito de la calle.
Así, llegaron las recordadas inundaciones de Bilbao, y se llevaron por delante a Madriles. Fue la única víctima mortal del Casco Viejo. Y hoy lo recordamos con un mural en Barrenkale, el lugar donde pasó tanto tiempo. Y con un cabezudo, para que siga presente en nuestras fiestas como lo que fue: un bilbaíno ilustre.
Dicen que mucha gente le quería invitar a txikitos, pero que él aceptaba o no, dependiendo de cómo le cayera la persona. ¿Se lo tomaría contigo?