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La baldosa de ¿Bilbao?

La baldosa de Bilbao
La baldosa de Bilbao // Alma Botxera
¿Cuál es el origen de este peculiar diseño? ¿A quién se le ocurrió poner una roseta como elemento decorativo principal? ¿Seguro que es de Bilbao, Bilbao?

Estamos rodeados por ellas. Camines por Indautxu o por Zorroza, por Rekalde o por San Inazio, los suelos de la villa tienen algo en común. Nuestra querida baldosa.

Se estima que hay unas 66 millones de baldosas decorando nuestras calles, avenidas y plazas. Menuda bilbainada. Y que cada año se cambian alrededor de 600.000, que aquí nos gusta que la ciudad luzca bonita y nueva. Y odiamos toparnos con la típica baldosa trampa, que las pisas y te salpican.

Se empezaron a fabricar de manera totalmente artesanal en la década de los años 20, por los operarios del Ayuntamiento. Los materiales: cemento, agua, arena y virutas de hierro para que no nos resbalemos los días de lluvia. “All Iron” hasta en la baldosa.

Pero ¿de dónde viene este peculiar diseño? ¿A quién se le ocurrió poner una roseta como elemento decorativo principal? Pues parece ser que la idea original nació en Barcelona. La ciudad catalana crecía a través de su famoso Eixample, y el ayuntamiento decidió que se debían pavimentar todas las calles por motivos de salubridad y comodidad. Y para ello la baldosa elegida fue el “panot de flor” de Puig i Cadafalch. Y a partir de ahí esta baldosa se extendió por todas las calles convirtiéndose en un símbolo del modernismo.

Así que ¿nos hemos copiado? Pues bueno, depende cómo lo veas. Sin duda la similitud es evidente. Pero nuestra baldosa es mejor. Es la versión premium de la catalana. Y lo es entre otras cosas por un pequeño detalle. Que la nuestra tiene 8 canales de desagüe. Así, cuando llueve, las aceras no se inundan y además, con las virutas de hierro no nos resbalamos. Y esos canales no solo funcionan con la lluvia, también nos protegen por si se nos cae el katxi de kalimotxo en Aste Nagusia.

Sin duda, nuestra baldosa se ha convertido en uno de los símbolos más reconocibles de la ciudad. La podemos ver en camisetas y bolsos (como los de Alma Botxera), en carteles de fiestas… y en todo tipo de souvenirs que se llevan los turistas de recuerdo del Botxo. Y aunque su origen pueda estar lejos de la villa, nosotros se los perdonamos.

Ya sabes, los de Bilbao nacemos donde queremos.


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