Tarde o temprano el fin de semana siempre acaba por llegar. Parece que le cuesta más después de una semana alternando reuniones y llamadas de teléfono con clientes, papeleos y discusiones con la compañía telefónica de turno. Los sábados y domingos son días para quererse uno mismo. Lo ideal es despertarte sin prisas e ir despejándose con una de tus playlist favoritas de Spotify: «Swing Dance – Lindy Hop». Ésta es la que he seleccionado yo.
Tengo un plan interesante para disfrutar de uno de esos fines de semana en los que no tengo ningún compromiso. Esta vez puedo ir a mi aire. A las 10:30 no hay casi nadie a quien esquivar en el puente del Arenal, tampoco demasiado barullo en la Gran Vía. Atravesamos la plaza Euskadi para llegar al MINI Bar donde nos han avisado de que sirven ‘brunch’ desde hace unas semanas.
Nos sentamos en una mesita rodeados de motivos y merchandising de la empresa automovilística inglesa. Uno ya le ha cogido el gusto a esta costumbre de hacer desayuno-comida. Una vez más un mostrador repleto de comida dulce y salada para hacer de este momento lo más placentero posible.




Al cafecito con leche le rigor lo acompaño con unos minicroissants, un pedazo de bizcocho de manzana muy jugoso y una rebanada con pa amb tomaquet. Un vasito de zumo de zanahoria, manzana y naranja bien cargado de betacarotenos para ponerme negro en Meñakoz. Un nuevo viaje al mostrador para no saber qué elegir. La tortilla rellenada tiene una pinta espectacular pero sé que me va a llenar y todavía quiero comer esos huevos fritos con bacon que me han prometido. Así que elijo un trocito de quiché, un triangulito de sandwich y una rebanada con salmón y queso. ¡Dios lo estoy leyendo todo seguido y me estoy asustando! ¿Todo eso me desayucomí?




No perdí la oportunidad de probar ese zumo de tomate con angostura, pimienta y no sé cuántas cosas más. otro chute de betacarotenos para el body. Los brunch son para tomárselos relajados, desayunos pausados que se alargan y sustituyen a la comida. Si es con música agradable como la que sonaba en MINI Bar pues se agradece y se comenta con el encargado. El precio es como el de los otros brunch de la ciudad, 15 € por persona. Nos hemos quedado muy satisfechos y brindamos por ello con una copita de cava que nos esperaba fresquita en una hielera.
La mañana no acabó ahí. A pocos metros tenía otra cita, esta vez con el peluquero. Varios conocidos me habían hablado muy bien de una peluquería. Cuando esas referencias vienen de gente cercana a la que aprecias pues su opinión sube de valor. Tenía mi primera cita en ALDO White, una peluquería que se encuentra frente al centro comercial Zubiarte. Según entré me llamó la atención todo un escenario donde predominaba el blanco, en la decoración y los uniformes del personal. No tuve que esperar ni un minuto y con ganas me quedé de probar ese sofá vintage ¡tenía pintaza! Tras los saludos, presentaciones y sonrisas, comencé a disfrutar de la experiencia. Aldo Abrante es el boss de la pelu y un crack con las tijeras. Con él y Leyre charlamos sobre mi próximo destino vacacional mientras me preparaban un corte oldschool y recortaban una barba que ya necesitaba unas manos profesionales.



¿Y qué hacía ella mientras tanto? Pues una de las cosas que más gusta a las mujeres: shopping. Así que en una de esas tiendas nos reencontramos. Fue en Lemassik donde acaparó el probador hasta dar con el vestido que encajase como un guante. Bueno, realmente ya lo tenía fichado desde que lo vió en su instagram (@lemassik). La mañana estaba hecha, ya no había que comer así que sofá y a disfrutar de «La Isla Mínima». No ha sido mal plan para quererse uno mismo ¿no?


MINI bar (Puente de Deuto 6) | Facebook
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