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La carolina, el pastel de Bilbao con nombre de mujer

Carolinas

A veces los nombres de las cosas nacen por casualidad. Sin pretenderlo, un pequeño gesto o anécdota marca para siempre el devenir de algo. Y así, sin saber el motivo, empezamos a llamar algo de cierta manera.

Así es la historia de la carolina. El gran antojo bilbaíno. Con permiso del bollo de mantequilla o el pastel de arroz, el bocado que se ha convertido en el estandarte de los dulces botxeros.

No hay pastelería que se precie en la ciudad que no luzca con orgullo estos pastelitos. Blanco, amarillo y marrón. Los colores de la bandera de los botxeros golosos. Protagonistas de las sobremesas. Por muy lleno que uno esté, quién puede resistirse a la tentación. Una base de hojaldre relleno de crema pastelera coronada por una montaña de merengue decorada con yema y chocolate. Las podemos ver también disfrazadas de rojiblanco cuando juega el Athletic, de morado en el 8M o de arcoiris en las festividades del Orgullo.

Pero, ¿por qué se llama carolina?

La primera referencia que existe de la receta la publicó la gastrónoma Marquesa de Parebene. Esta mujer bilbaína escribió varios recetarios, y fue en el libro «Confitería y repostería» de 1930 donde habló por primera vez de uno de sus caprichos preferidos: «La Carolina».

Sin embargo, parece que la receta viene de un siglo antes. Cuenta la leyenda que un pastelero bilbaíno tenía una hija a la que le encantaba el merengue. Por eso, para celebrar su cumpleaños, le preparó un pastel con una base de hojaldre para que se lo pudiera comer sin mancharse las manos. ¿Os imagináis cómo se llamaba esa niña? Efectivamente, Carolina. La joven cuyo regalo de cumpleaños se convirtió en uno de los iconos más famosos de la villa.

On egin! 😋


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