En los primeros días de diciembre del pasado año recibí una invitación de Bistró Guggenheim Bilbao para participar en una cena en la que el propio restaurante quería presentar su propuesta a varios blogueros de Bilbao. Como nunca había comido allí acepté la invitación dispuesto a descubrir un nuevo restaurante.
Me hice de rogar unos minutos, crucé Bilbao de lado a lado en bici y llegué prácticamente puntual a la hora de la cita. Me recibieron en el hall de Bistró Guggenheim Bilbao, donde pude saludar a los ya conocidos Patrizia – The Cook Rocker, Igor Cubillo – Lo Que Coma Don Manuel y Alberto – IgersBilbao. Mención especial para Esti a quien pude desvirtualizar, os recomiendo visitar su blog: Bilbao Mola.
Lo primero de todo es diferenciar entre los tres diferentes espacios de restauración que ofrece el museo Guggenheim: Nerua, Bistró y Bar. Todos ellos gestionados por la misma empresa, pero con una oferta bien diferente. Son habituales los equívocos de los clientes a la hora de la reserva. Por ello cabe aclarar que Nerua ofrece la alta cocina de Josean Alija, galardonada con una estrella Michelín. En cambio Bistró ofrece una cocina creativa y atractiva, pero adaptada a la economía de cualquier bolsillo. A Nerua se accede por el paseo de la ría, a Bistró desde la zona de Puppy.
El comedor está compuesto de varios espacios, todos ellos bajo la impresionante arquitectura que hizo realidad Frank Gehry. Rincones que ofrecen cierta privacidad a quien así lo busque o áreas donde ubicar a gran cantidad de comensales con vistas a la Universidad de Deusto. De hecho en Bistró se llevan a cabo cenas de empresas e incluso bodas. Este año han despedido el año en sus instalaciones con una cena especial de Nochevieja.
Tras mostrarnos la reducida y cotizada terraza con vistas a la ría, nos sentamos para disfrutar de lo que nos tenían preparado. Nos acompañó Naiara del departamento de comunicación junto a dos de sus compañeros, disculpadme que no recuerde los nombres. Los tres nos fueron presentando la propuesta de Bistró: producto de calidad, recetas tradicionales con un toque de creatividad e innovación. Para comprobarlo nos tenían preparado un menú degustación (40,15 €) que acompañaríamos de un maridaje (15’40 €).
Rompimos el hielo con un cóctel y unos crujientes a modo de aperitivo. Espero no equivocarme si digo que uno de ellos era de trigo sarraceno, el otro sí recuerdo que era piel de bacalao. Aperitivo diferente, con un toque seco que invita a darle un trago al cóctel que acompaña.
El primero de los platos que nos sirvieron era la «ensalada de lechugas, terrina de txangurro y crema de cebolleta». A pesar del buen recuerdo que guardo de la crema de cebolleta, ésta me pareció la propuesta más floja de las que irían llegando. Lo comenté después con Jesús Colorado, jefe de cocina, que replicó de buen grado mi crítica (constructiva) con la guasa innata de los gaditanos. Los tragos del ‘mientras tanto’ eran de nuestro txakoli Itsasmendi, bizkaitarra.
El aroma que desprendía el «arroz de begihaundi, ajetes, trigueros e Idiazabal» nos trasladaba inmediatamente a la costa. Olor a mar que se confirmaba a cada bocado. El arroz en su punto justo y unos sabores reconocibles de nuestra cultura gastronómica para conquistar a los turistas, también a los propios bilbainos. A estas alturas disfrutábamos de una copa de un vino blanco que me he apuntado para mi bodeguita particular: Enate Chardonnay 234, D.O. Somontano. ¡Riquísimo!
La «merluza, puré de tubérculos ligeramente picante y jugo de champiñones» se presento en forma de generosa tajada, en su punto pudiendo diseccionarla en elegantes láminas. Las dos texturas que lo acompañaban imprimieron un sabor atractivo, hicieron de la merluza un plato más divertido. Ayudó a ello un blanco rioja, Ysios colección privada 2009.
Por un momento pensé que habíamos llegado al postre. Estaba equivocado, lo que parecía un ‘brownie’ de chocolate no era tal. Aproveche para lanzar el reto de identificarlo en mi cuenta Instagram. No fue fácil, salvo para algunos que ya habían visitado Bistró. Aquel falso brownie se transformaba en «cordero asado y deshuesado, puré de calabaza y naranja» al primer pinchazo de tenedor. Lo disfruté hasta el último tarisco, de esos platos que lamentas que lleguen a su fin. Sé que conocéis esa sensación, ya tú sabeh…
«Una comida sin postre es como un traje sin corbata» decía Fernand Point, un chef considerado padre de la cocina moderna francesa. Nos probamos una primera corbata: «Torrija empapada en yemas de huevo y nata, caramelizada en sartén con helado». Un rico postre, por supuesto que sí, pero creo que nunca encontraré una que pueda hacerle frente a la tostada del Zuria. No creais que a estas alturas faltaba el vino, nos acompañó un vino dulce casero de naranjas ecológicas.
Nos probamos una segunda corbata, un extra que no esperábamos . Por lo tanto detalle de la casa en forma de «Peras asadas con helado de hibiscos, y polvo de avellanas». Impresionante postre que enfrenta la textura de los tres productos, la temperatura de las peras asadas y el intensísisisimo sabor de las flores de hibisco (gracias Google). Muy rico, zorionak por el resultado.
Las horas pasaron sin darnos cuenta. En un primer momento guardando las formas con cierta frialdad, más tarde con una conversación más sosegada y una postura más relajada se tornó una velada con ambiente más cálido. No nos fuimos sin tomar un café, lo acompañaron con unos ‘petit fours’ (dulces) por si aún nos habíamos quedado con hambre. No era el caso, pero le dimos volquete igualmente.
Creo que pasaban unos minutos de la medianoche, así que el que escribe recogió sus bártulos y montó en la bici para poner rumbo a casa. Disfruté mucho de la experiencia por lo que quiero agradecer a Bistró la oportunidad que me brindó de probar su cocina. Deben de jugar con el ‘handicap’ de que para los bilbainos es un restaurante para turistas y caro. Nada de eso, Bistró es una opción tan válida como cualquier otro restaurante. Dispone de diferentes fórmulas: menú express (plato principal y postre por 21,50 €), menú degustación (40,15 €) o platos a la carta. El espacio es único, tanto como la experiencia de comer entre las paredes del Guggenheim, la obra más representativa de Bilbao. Si buscáis restaurante que no os quepa duda, contad también con Bistró Guggenheim Bilbao.
Bistró Guggenheim
Avenida Abandoibarra 2
Teléfono reservas: 944 23 93 33
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