Antes de entrar en materia quiero dar las gracias a Alma Botxera, de quien soy muy fan, por haberme permitido esta pequeña intrusión en su blog. Hace unas semanas le escribí para ver si me hacía un hueco en su estupendo bitácoras bilbaíno, porque tenía ganas de comentar mi visita al restaurante Azurmendi, y no hay cosa de la que más me guste hablar que de comida (mi chico bien lo sabe, y por eso esta visita se debe a su regalazo de cumpleaños). Pero al lío, que me enrollo, a mediados de diciembre visitamos Azurmendi por primera vez. Tuvimos mucha suerte con el tiempo, con solazo y una temperatura de lo más agradable, lo que hizo que disfrutáramos aún más de nuestra experiencia. Nada más llegar, una chica muy amable nos acompañó para hacer un tour completo de las instalaciones. En este sentido, imagino que el mejor momento para visitar la huerta será mas bien en verano, que estará espectacular, pero no por ello es menos interesante. Azurmendi apuesta por la sostenibilidad y casi todos los productos que ofrecen los cultivan allí mismo. Tienen tanto árboles frutales como todo tipo de hortalizas, frutas o flores comestibles.
En nuestro caso, habíamos reservado el ‘menú Erroak’, que empezaba al entrar en el invernadero, con lo que ellos llaman «Aperitivos en el jardín». Dado que en la web no indican el contenido de estos aperitivos, no seré yo quien desvele el misterio. Solo diré que se trata de la parte más lúdica de la visita, hay bocados realmente originales y sugerentes.
Después de la visita al invernadero, nos llevaron de nuevo al hall de entrada, donde nos agasajaron con un pequeño picnic, acompañado del txakolí Gorka Izaguirre (que se elabora ahí mismo, en la bodega que está a escasos metros del restaurante). Consiste en los siguientes aperitivos:
– Milhojas de antxoa
– Talo con tinta y huevas
– Caipiritxa
A continuación, pasamos brevemente por la cocina, donde pudimos ver a todo el equipo de Eneko Atxa trabajando a tope y nos ofrecieron un pequeño aperitivo: Infusión de hibiscus y Hoja de Castañas. Finalmente nos dirigimos ya a sala para degustar el resto de platos que componen el ‘menú Erroak’. Estos son los platos que nos sirvieron, por no extenderme demasiado solo comentaré los que más me llamaron la atención. En caso contrario el comentario sería “qué rico, qué bonito”.
Aceituna helada y vermouth
Huevo cocinado a la inversa y trufado
La huerta
Uno de los platos que más disfruté, un cremosísimo salmorejo con tierra de remolacha y unas verduras de temporada al dente. Un plato delicioso, rara vez las verduras son protagonistas y se agradece.
Noodles de chipirón, crujiente e infusión
Un caldo por el que vendería mi alma, el chipirón en finas láminas contrastando con una cebolla encurtida, ¡qué maravilla! Con el resto de acompañamientos (crujiente relleno de tinta y cucharita de huevas de pez volador), formaban un plato redondo.
Bogavante asado y descascarillado sobre aceite de hierbas y meloso de cebollino
Tengo predilección por el marisco y creo que fue mi preferido. Plato de los de echar lagrimita.
Fundente de morcilla hecha en casa, caldo de alubias de Arraño, berza y flores ligeramente picantes
Merluza frita con infusión de pimiento a la brasa y perejil
Pichón, duxelle y coliflor
Nos dieron la posibilidad de añadir al menú una degustación de quesos, y yo como loca del queso que soy, no me pude resistir. Destacaría especialmente el de cabra, que me encantó.
Quizás si hubiera algo que reprochar, aunque sea un detalle, sería que nos llamó la atención que un restaurante que apuesta por la vanguardia y la sostenibilidad tenga aún una puesta en escena que resulta un poco anticuada, nos pareció que rozaba lo absurdo la cantidad de cubiertos que se ponían para cada plato y que se estuvieran cambiando constantemente, pero obviamente esto no es más que una parte ínfima de lo que supuso para nosotros la visita a Azurmendi.
Llegó el turno de los postres, quizás lo más soprendente en cuanto a sabores, a nosotros nos encantaron, pero no sé si son para todos los gustos, son arriesgados desde luego.
Naranja, fresa y jengibre
Chocolate, avellana y romero
Pero como todo está medido a la perfección en Azurmendi, para compensar esa falta de «dulce-dulce» en los postres, llegaron los cafés con unos estupendos petit-fours (pastelitos), los más variados y elaborados que he probado hasta la fecha.
En total pagamos 390 euros los dos: dos ‘menús Erroak’ , degustación de quesos, 1 botella de vino (Txakolí 42 by Eneko Atxa), 2 botellas de agua, cafés e IVA. El acceso en transporte público está complicado pero no imposible, a la ida por falta de tiempo fuimos en taxi, pero a la vuelta, si uno se da un paseíto de unos 15 minutos, que no viene mal para bajar la comida, puede coger el bus a la entrada de Lezama, y en unos 30 minutos nos deja en Bilbao, y así nos olvidamos de coches…
Resumiendo, Azurmendi es un sitio impresionante con unos sabores cuidadísimos, muy potentes y con algunas combinaciones bastante sorprendentes, y otras que remiten a la cocina más clásica o a recuerdos de infancia. Se trata de una experiencia de principio a fin, cien por cien recomendable.
Me gustó mucho su apuesta por lo local, y sería muy interesante que sigan ahondando en ello. En cualquier caso, es palpable que es un templo que está en su mejor momento.
Solo puedo añadir… ¡¡¡ Larga vida a Azurmendi!!!
Y por supuesto, eskerrik asko Alma Botxera.
Azurmendi Restaurante
Legina Auz., s/n, 48195 Larrabetzu, Bizkaia
Teléfono reservas: 944 55 88 66