Hace más de un mes desde que pasé a comer por Singular y la renovación de la web ha impedido que pueda contaros acerca de mi visita a uno de los templos cerveceros de Bilbao. Aún así el año pasado ya os hablé sobre este bar con motivo del día de San Patricio, podéis consultarlo aquí mismo. Una decoración acogedora, sofás y una chimenea hacen sentirse a uno en su casa.
En aquella primera ocasión que visité Singular lo catalogué como un bar al que acudir por las cervezas artesanas que van rotando por sus grifos. Fue Sabino, capitán del singular barco, quien se encargó de mostrarme otras cualidades. Me acerqué un viernes al mediodía, acompañado, hambriento y dispuesto a devorar el fin de semana que acababa de comenzar.
En la barra nos recibió Sabino quien quiso compartir un txakoli para explicarnos cómo inicialmente comenzó en la industria del vino. Con el paso del tiempo fue introduciéndose en el amplio e inexplorado mundo de las cervezas artesanas. Hoy en día son muy pocos los bares de Bilbao que trabajen en cuerpo y alma con las pequeñas cerveceras, el Bihotz de San Francisco uno de ellos.
Singular se encontraba con un ambiente muy tranquilo, lo que invitaba a la conversación sosegada con Sabino. Él nos iluminaba con sus conocimientos cerveciles y nosotros disfrutábamos del banquete que nos había preparado. Singular tiene un ‘handicap’ que ha servido para dar una vuelta de tuerca, adaptarse a las circunstancias y tornarlo en oportunidad. No dispone de salidas de humos y no pueden cocinar, pero esto no les ha frenado. Están convencidos de que su oferta puede ser tanto o más atractiva que la de cualquier otro lugar.
A quien se siente alrededor de sus mesas se lo ganaran a base de un producto de gran calidad, así lo hizo con nosotros. Mientras llegaba lo gordo nos sacó un picoteo : unos hermosos mejillones fritos en escabeche «Paco Lafuente», unas carnosas aceitunas y un par de rebanadas de bonito con alcaparras y otra de bogavante. Mientras hacíamos trabajar a la mandíbula nos acercaron un botellín de Drunken Bros «J. Joplin», una refrescante belgian saison para empezar el maridaje.
En Singular son de la opinión de que las cervezas maridan mejor que los vinos. Quién soy yo para discutírselo, qué carajos aquello nos estaba sabiendo de fábula. No menos que las anchoas Don Bocarte que nos sirvieron, directas de Santoña y sumergidas en oro líquido, aceite de oliva virgen extra. Un sabor que conquista los paladares más exigentes, garantizado. En esta ocasión nos acompañó una Basqueland Brewing Project «Equinox – Wheat Ale», a medias entre una cerveza de trigo alemana y lúpulo americana. Lo dicen en la web, a mí esto de las cervezas beberlas bien, lo demás…
Continuamos el maridaje combinando un platazo de cecina de León provincia, no confundir con el animal. Cortada en finas lonchas y con un chorrito de aceite, albahaca y romero. Fue la californiana Karl Strauss «Mosaic» la encargada de maridar con este manjar, una IPA ligera, amarga y seca.
Lo de los embutidos no había acabado ahí y lo de las cervezas tampoco, claro. Con la siguiente tabla de ibéricos (jamón, chorizo, salchichón y lomo) nuestros ojos se volvieron txiribitas. No fuimos capaces de acabar sus 200 gramos, aunque anduvimos cerca de conseguirlo. Ni con la ayuda de la Cyclope Beta, una IPA canadiense con la que ya empezamos a notar cómo los grados se subían a la cabeza.
Aún llegando al límite es imposible rechazar el toque dulce. Sabino insistió en que probáramos las trufas con trocitos de chocolate y no sabía con quién estaba tratando, una trufera de cuidado. Mientras tanto alguno que otro me retaba por Instagram a no marcharme de Singular sin haber probado una cerveza De Molen Hell & Verdoemenis que servían en el cañero. Sabino me la trajo en un copazo de esos de cognac, no era para menos. Cerveza compleja, dura, para beberla a tragitos y disfrutarla. Gracias por la recomendación Anderdeteibol.
Con todo esto llegamos al final de nuestra experiencia gastronómica en Singular. No dispone de cocina, pero tira de laterío gourmet, raciones de ibéricos de primera y anchoa del Cantábrico para conquistarnos. Me quedé con ganas de probar los puerros con vinagreta, los quesos que le sirve La Petit Fromagerie… pero sobre todo me quedé con la cosa de disfrutar de esa papada ibérica de «Joselito». No hay duda de que habrá una nueva ocasión para hacerlo.
Precios: Mejillones en escabeche (9 €) Anchoas de Santoña (18,50 €) Cecina de León (7 €) Tabla popurrí de ibéricos (16,50 €) Trufas con chocolate (5 €)
Singular
Calle Lersundi 2, Ensanche.
Teléfono: 944 23 17 43