El fin de semana pasado celebré mi cumpleaños con mi cuadrilla, esto va camino de convertirse en un cumpleaños gitano. Ellos son también parte de Alma Botxera aunque quien luego hace el trabajo sucio de plasmarlo el blog soy yo. Bueno, esto también tiene su parte buena, como formar parte del jurado de Santutxu Pintxotan. De esa también me encargo yo.
Para esta ocasión teníamos otro reto. Había oído hablar de un restaurante en la costera población de Armintza. Lucía y calentaba el sol así que aprovechamos para dar una paseo por el espigón del puerto.
En Armintza uno de sus restaurantes comparte nombre con su plato más solicitado, Begotxu. Se trata de un escalope de dimensiones titánicas, relleno de jamón serrano y queso (mucho queso) y empanado. Encima suyo una manta de patatas fritas de las de verdad. A este escalope en Asturias le llaman cachopo pero aquí nos ha dado la gana de cambiarlo el nombre y se le llama ‘begotxu’.
Para comer en el Restaurante Begotxu es imprescindible reservar, yo lo hice con un mes de antelación. Si vas a pedir el escalope ‘begotxu’ es necesario también encargarlos. Una vez nos sentamos en la mesa, la camarera nos recordó que teníamos encargados dos escalopes y que nos recomendaba pedir una ensalada como mucho. Pues para fanfarrones nosotros, sácanos una ración de croquetas. Doce y de sabores variados.
La informaciones que tenía recomendaban pedirse un ‘begotxu’ para cuatro personas. La reserva sería para siete personas y quien me atendió me aconsejó encargar dos. Finalmente fuimos seis, imaginaros el panorama.
El caso es que me dí cuenta de que pasé por varias fases desde momento en el que nos sacaron los ‘begotxus’:
– «¡Buahhhhh! ¡Ostia, tú! Estamos locos ¿o qué? Mecagoenla…» es lo que se escucha cuando los sirven en la mesa. Se intercalan las risas y las miradas. Es el momento se sacarse las fotos junto a ese ‘begotxu’ que se sale de la bandeja y con el que te has inventado una cuenta atrás hasta que llegase el día. El pequeño Nicolás tampoco hubiera perdido la ocasión de hacerse su ‘selfie’ con el trozo de carne.
– Es momento de diseccionarlo con el machete y servirlo en cada plato. Le metí los primeros bocados y la sensación es muy favorable. Más rico y tierno de lo que me imaginaba. El jamón no se aprecia tanto, gana la batalla el abundante queso. Se come fácil, no hay señales de nervios ni gordos. Todo limpio. Miro la bandeja, estoy convencido de que nos lo acabaremos. Nos sacarán a hombros del restaurante.
– He acabado mi primera ración y voy a por la segunda. Me lo como a buen ritmo pero cuando me acerco al final me va costando más. Me siento lleno. Las patatas, el queso y el aceite van haciendo mella. Pero somos vascos y por tanto fanfarrones y ¡claro! Me sirvo un trocito más (aunque más pequeño). Es el momento de tomar una medida de urgencia: suelto cinturón y desabrocho el botón del vaquero.
– Nada, ni por esas. Le pego un par de tariscos pero no puedo más, tengo que dejarlo. El escalope ‘begotxu’ me ha hecho morder la lona en el tercer round. Soy un flojo. Y como yo otros de mis amigos a los que escucho decir: «De esta me hago vegano». Finalmente ha sobrado alrededor de medio escalope.
Creo que ya os habéis hecho una idea de lo que vivimos ¿verdad? Pues a pesar de todo quisimos probar los postres y pedimos una porción de tarta de queso. Sí, una para los seis. Las raciones en el Restaurante Begotxu son para gente de la talla de Álex Mumbrú.
Salimos rodando y con la idea clara de que era necesario un digestivo que ayudara a digerir tal panzada. Tras echar la vista atrás viendo la central de Lemoiz llegamos a Bakio. En los jardines de Zintziri Errota cayeron unos gintonic que entraron de fábula.
Precios: (Escalope Begotxu: 21,85 € – Croquetas: 12 € – Tarta de queso: 5,50 € – Crianza El Coto: 12 €)
Restaurante Begotxu
Atalaia Kalea 5, Armintza (ver mapa)
Teléfono de reservas: 946 87 90 53