Una mañana de verano de 1999 la ciudad amaneció sin la cabeza de Unamuno. La habían robado. Azkuna, quizá por los nervios o porque era muy echao palante, encargó dos réplicas. Una para la plaza y otra por si acaso.
Pasaron nueve meses y un día un vecino avisó a la Ertzaintza de que algo raro había en la ría a la altura del puente de San Antón. La policía esperó a que hubiera mareas vivas, que coincidiera la bajamar y que los agentes hubieran hecho la digestión para meterse al agua. Rescataron una maleta llena de lodo con el busto dentro, en buenas condiciones. Resulta que tras un mitin de Euskal Herritarrok que se celebró cerca de la plaza, unos chavales con los ánimos caldeados escalaron la columna, robaron la cabeza y la tiraron a la ría en una maleta negra.
Es decir, que de repente teníamos tres bustos idénticos. ¿Qué decisión se tomó? Una réplica fue a la columna de la plaza, otra réplica, al Museo de Bellas Artes y la original, para el Alcalde. La puso en su despacho.
Y en 2010 pasó algo increíble. Azkuna inauguró otra nueva escultura de Unamuno en Deusto. De nuevo un busto de bronce. Y de nuevo sobre una columna. Pero en esta ocasión, fue colocada al lado de la Ertzaintza, para que nadie se la llevara. Así que ahora tenemos cuatro cabezas suyas en la ciudad….
Extracto de «No me seas sinsorgo», editado por El Gallo de Oro y disponible aquí.