El pasado domingo fue el último de este invierno, pero la luz que entraba a través del mirador me hizo dudar. Mis domingos suelen comenzar calmados, con temas de Tracy Champan y pocos beats mientras doy vuelta a mi tazón de leche. Recupero el pulso según pasan los minutos, es maravilloso despertarse sin tener que echar mano de ibuprofenos.
«Give me one reason to stay here» canta la de Ohio, debió ser en un día luminoso como del que os hablo. No veía motivos por los que no disfrutarlo así que, cuando la hora fue razonable, calcé mis zapatos y atravesé las Siete Calles para asomarme y cruzar la ría. Le encuentro encanto a pasear desde el puente de San Antón a lo largo del muelle de Marzana, pero aún es más especial hacerlo en esta época. La primavera asoma y muchos de los árboles están en flor brindándonos unas estampas espectaculares, dignas del Instagram más cuqui. Y también quería disfrutar de eso, paseando con ritmo relajado.
En este trayecto se encuentra el Veintiocho, un bar que cuenta con una sensacional terraza bajo un par de esos floreados árboles, con vistas al mercado de La Ribera y la iglesia de San Antón. Desde hace poco menos de un año, en ese mismo local del Le Club donde pasamos alguna que otra noche, el espacio lo ocupa sin exceso mobiliario vintage seleccionado con gusto.
Las puertas abiertas de par en par dan la bienvenida a quien por allí caiga, obviando la calidez y las acogedoras posibilidades de su interior. No era ése nuestro propósito, sino sentarnos en una de las mesas de la terraza para disfrutar de la música en directo que se programa cada domingo al mediodía. En esta ocasión un trío de músicos callejeros crearon un ambiente único al son de sus guitarras, violín y cajón, más incluso con la posterior incorporación de una voz femenina.
A día de hoy no hay muchas opciones en barra y se echa el falta alguna ración caliente, aunque pronto esto va a cambiar. Unos vermuts, gildas y aceitunas fueron nuestro pasatiempos mientras aprovechábamos el concierto. Convirtiendo todo en una secuencia de película, los pétalos de las flores revoloteaban en un plano de cámara en el que nosotros éramos los protagonistas principales de ese domingo. Creo que esto es a lo que los daneses llaman ‘hygge’, y tiene mucho que ver con eso de disfrutar de las pequeñas cosas.
La primavera y el día de la felicidad comenzaban oficialmente un día más tarde, pero para mí ambas las tuve en esos instantes. Y aunque digan que la felicidad nunca llega a alcanzarse, esas pesquisas no serán lunes de cielos plomizos. Más bien me cuadran en terrazas como la del Veintiocho (o alguna de las fiestas nocturnas que también organizan).
Veintiocho
Muelle de Marzana 4
Teléfono: 944 28 28 28