Nos encontramos en una época en la que la cocina ha tenido una evolución más que evidente. Nuevos productos, elaboraciones más complejas e influencias del más allá. Las cartas de los restaurantes de nuestra ciudad han llegado a convertir en habitual los tatakis, ceviches, cous-cous, ramen, carnes de wagyu y atunes rojos. Lo que era exótico en un principio es hoy ya algo natural, usual, frecuente. Se ha perdido el factor sorpresa.
Decía Piqué, el futbolista no el político, en rueda de prensa que: «En la vida no todos los días vas en traje, a veces vas en bañador y chanclas.». Reconozco que me gustan todos esos platos que he mencionado en las anteriores líneas pero también echo de menos disfrutar de esos platos de toda la puta vida.
El día comenzaba con las agujetas correspondientes de correr una media maratón pero con las ganas habituales de compartir un mediodía de domingo entre amigos. Un par de vermús, unas rabas, patatas y aceitunas fueron culpables de que alargáramos más de la cuenta el mediodía y buscásemos una solución para calmar nuestros estómagos.
Fue entonces cuando recordamos una de las últimas recomendaciones que nos habían hecho, la del dentista de mi mujer. Sentada en la silla de torturas pudo comprobar cómo éste era lector habitual de Alma Botxera. Y le dijo: «Tenéis que probar el Iñakiren Taberna«.
Se trata de un bar más del Casco Viejo, por el que he pasado delante durante mis treinta años largos de vida pero al que jamás había entrado. Desde el exterior pasa desapercibido, pero lo curioso de Iñakiren Taberna es que además de en sus dos comedores, puedes comer unas raciones en la misma barra. Si tienes suerte como nosotros podrás hacerlo en la mesa, en el mismísimo bar en el que los txikiteros apuran su último pote antes de volver a casa ‘txisposos’.
La carta de raciones de Iñakiren Taberna no tiene ni mayonesas de trufa, leches de tigre, ni ‘sinsorgadas’ de esas. Comida tradicional, la de casa, de esa que criticaría la polémica OMS como todo lo que nos hace felices y da sentido a nuestras vidas. De entre las opciones de la carta tuvimos que elegir qué compartir entre los seis:
Nos habían hablado de unas morcillas de verdura que estaban buenas, y se equivocaron porque estaban increíbles. Además nos lanzamos a por el chorizo a la sidra para que las acusaciones de nuestro médico sobre el colesterol no fueran infundadas. Que nos quiten lo ‘bailao’, de algo hay que morir.
Merecen un apartado especial las croquetas por su esencia casera, textura melosa y su sabor a jamón-jamón. No quedaban duda alguna de sus ingredientes. Se cobran a euro la unidad y son de generoso tamaño. Deliciosas y grandes… no veo motivos para no pedirlas.
Muchos matarían por una racioncita de pimientitos verdes fritos, algunos morimos por untar el aceitillo y la sal que quedan en el plato. Los de Iñakiren Taberna estaban tiernos y sabrosos, no sobró ni uno.
El plato fuerte fue un entrecot cortado en láminas y acompañado de patatas fritas, iba a decir caseras pero entiendo que lo dais por hecho. El punto perfecto al que sirvieron la carne es digno de mencionar, así como el detalle de la sal gorda. Si es que este entrecot parecía una chuleta. Peleas y codos para conseguir los mejores cortes.
En resumidas cuentas, un bar de esos clásicos que aún lucen su póster de aquel Athletic del ’84 que ganó la última liga y copa. No saben lo que es la decoración nórdica, industrial ni pamplinas de esas. De lo que saben es lo que es buen comer: producto de aquí, del que alimenta. Así que apuntaros Iñakiren Taberna como lugar de culto para comer como amatxu manda. Estos sitios no los verás recomendados en la Lonely Planet, ni la guía Vueling o la revista ELLE. Éstos se trasmiten de boca a oreja… o leyendo blogs botxeros.
La relación calidad-precio es lo más grande de Iñakiren Taberna. Nosotros picoteamos entre seis personas estas raciones y nos salió a 7 € por barba con la bebida incluida. El gesto serio y cortante de la camarera cambia al dejar propina para el bote. Hará sonar la campana y te lo agradecerá con una gran sonrisa. Que esta peculiaridad no os tire para atrás en el primer momento.
Iñakiren Taberna
Barrenkale Barrena 14, Casco Viejo (ver mapa)
Teléfono reservas: 944 15 09 54